Salgo de mi casa, ahora la casa
de mi hermana, destino La
Habana. Es mi octavo viaje a la isla, todo por un amor, por
tenerle más tiempo a mi lado, para saborear la vida que me ha tocado vivir
junto a él. Anoche hubiera dado la vida por todo lo que sentí, la esencia de
estar vivo, las emociones que nacieron en nuestro lecho. Los impulsos agitados,
emocionados que se entrelazaron en cada paso que acariciamos cuando iba
llegando la madrugada. Caricias de ternura se repartían por su piel oscura,
brillos de la noche iluminada, luces de pantalla sobre su cuerpo.
Nos reciben en el aeropuerto con
sus bocas blancas disfrazadas, atravesando el túnel metálico hacia la entrada.
Tras el cristal gente que espera su regreso, su primer vuelo, su partida
definitiva, quizás una ida sin retorno, una huida a medianoche, una escapada de
una realidad adormecida, amada, muchas veces rechazada y odiada. No puedo
olvidar a la bloguera cubana Yoanis Sánchez como describe la sociedad y el paisaje habanero de estos precisos instantes. Nadie
puede contra sus letras, nadie puede parar el ritmo de sus dedos sobre el
teclado que cada día cuida como a su mascota. La blogosfera, un mundo virtual
pero conectado a los sentimientos, a las reflexiones diarias, a nuestras
miradas por el paso de los días y de las calles sin habla, calles sin dueño,
calles abandonadas.
De nuevo en La Habana, ese sonido que nos
acompaña, que nos acaricia en el bello paseo de la mañana. Un lindo paseo en
este segundo día de mis vacaciones. A mi lado se sientan tres hombres de
camisa, pantalón vaquero y zapatos cerrados. Uno de ellos habla mientras que
los otros permanecen pegados a sus palabras. Apenas escuchas el sonido de sus
letras, tú sabes, aquí apenas expresan
en voz alta sus opiniones. Siguen sus voces en un susurro, en una suave caricia
que atraviesa nuestras mesas. Un billete sobre el metal, unas gafas de sol lo
sujetan para que no vuele, unos personajes ilustres saludan a sus compañeros.
El billete se ha convertido en unas ruedas sobre plástico chino. Monedas que no
se quedan que se van por un agujero, por manos a pantalón vaquero. El ritmo de
las personas te marca las horas, ahora que miro, que acaban el almuerzo de los
señores con vaqueros, me doy cuenta que es mediodía. Los señores se separan,
cada uno toma su rumbo de vuelta al trabajo.
Amor me siento muy cerca de ti en
estos momentos, siento que no puedo vivir sin ti, sin verte ni olerte. Amor te
quiero a mi lado al despertar, amor quiero caminar contigo todos los desiertos.
Amor te quiero. Vuelvo a construirte una coraza con mis besos para que te
proteja y te cuiden en mi ausencia. Amor ten paciencia que algún día estaremos
juntos. Amor estoy pasando un verano
inolvidable a tu lado, tardes bellas de teatro, risas en la orilla de la playa,
nuestras manos atadas en noches de cine. He sentido el sabor de tu lejanía, eres
como una cometa que vuela siempre anclada
en la misma orilla. Tu paciencia adorna mi vida, tus miradas, tus brillos y tus sonrisas hacen que la espera
sea más cómoda, más fácil y alegre. Espérame amor al otro lado del río, entre
paredes pintadas, coches olvidados, puertas oxidadas.Por las sombras de la
calle A pasean dos amados, un pequeño recorrido que sube hasta la casa y
tu mirada.