San Juan de Nicaragua o GREYTOWN.

Como de costumbre me levante temprano, fui al muelle a esperar la panga rápida para ir a San Juan de Nicaragua, ya en el caribe. Nuevamente toca esperar, mientras espero observo todo lo que hay alrededor.  Hay un abuelo dando  hachazos a unos troncos junto al muelle. Cuando llevaba un buen rato que el sudor corría por toda su espina dorsal, se acerco ligeramente un joven descamisado con un bonito torso aunque ya anunciaba una barriga que pareciera haber comido sin parar en hoteles de luna de miel. Rápidamente deshizo el tronco en mil astillas que volaban cerca de nuestras cabezas, hasta el río. El muchacho se fue para luego sentarse sobre el inacabado muro de cemento frente a su casa. El abuelo continuaba lento pero a su ritmo, sus hachazos contenían sabiduría, daba uno solo golpe pero era acertado, era exacto y profundo. Luego llegó un niño que debía de tener once años, al principio no controlaba el peso de su larga y pesada hacha, no apuntaba bien en la zona de la corteza, dibujaba lineas en el centro que no llegaban a acariciar la madera, iba recorriendo el muelle de un sitio para otro, no podía controlar, al final su tozudez logró que avanzara en ir astillando poco a poco, pero cuando llegó al corazón del tronco, ya estaba empapado, no tenia ni la fuerza ni la resistencia para continuar, se marchó con su poquita leña entre sus brazos como el trofeo de su gran esfuerzo, mientras el abuelito continuaba, terminó con los troncos que tenia preparados para hoy, barrió todo su alrededor sin dejar ni un palillo. Construyó dos pilares con el montón de leña.
Una vez en la panga pude disfrutar del cambio de vegetación con palmeras ya próximo al mar, el bote no iba tan lleno como otras veces, hizo una parada para ir al baño, todavía nos quedaría un par de horas. Antes de llegar a un nuevo lugar, nos lo imaginamos diferente a lo que luego encontramos, me sorprende por un lado porque idealizo los lugares y luego son diferentes a como son, pero la realidad también nos descubre lugares y espacios que nunca habíamos pensado, ni visto. Sobre todo cuando hablas con la gente del lugar, todo es mas cercano, en este caso con Fish, un indio Rama, que me agarró apenas comenzaba a descubrir el pueblo de San Juan de Nicaragua. Fue rápido para seducirme, atraparme, me gustaba su sonrisa eterna y perpetua, me dijo que era guía legal, no dudaba de su palabra. Me acompañó sigilosamente por el pueblo, yo tenia hambre, le dije que me acompañara al Lolito's, un local familiar de comidas. Esperó a que terminara para explicarme los tours y precios. Me dijo que a las 6:30 se pasaría por las cabañas de Edgar, donde me alojaba. Al mismo tiempo que yo entraba al pueblo, a lo lejos con su piel blanca y su rubia cabellera,  había otra turista, era Sara, danesa, que  junto a mi eramos los unicos turistas. Asi que mi guia y yo  tendriamos que contar con ella para que las excursiones nos salieran a un buen precio.
Fish llamó a mi puerta, ya era de noche, detrás de mi sombra cerré rápidamente para que no entrara ningún mosquito en la habitación. Se sentó en el suelo para hablarme de los tour, le dije que el precio era elevado, que todavía me quedaban lugares por visitar. Al final decidí una excursión, me preguntó si había venido Sara para hablar conmigo, le dije que no, mas tarde ella llegaría hasta mi puerta. Le dije que había entregado 60$ por una excursión, que había sido confiado, nunca habia pagado por adelantado, pero era mucha la gente que lo conocia mientras paseabamos por el pueblo, eso me tranquilizaba, que si quería unirse viniera al muelle a las 8 de la mañana, después de pasar un rato agradable con ella, me fui a la cama.

domingo, 10 de agosto de 2014

San Juan de Nicaragua o GREYTOWN.

Como de costumbre me levante temprano, fui al muelle a esperar la panga rápida para ir a San Juan de Nicaragua, ya en el caribe. Nuevamente toca esperar, mientras espero observo todo lo que hay alrededor.  Hay un abuelo dando  hachazos a unos troncos junto al muelle. Cuando llevaba un buen rato que el sudor corría por toda su espina dorsal, se acerco ligeramente un joven descamisado con un bonito torso aunque ya anunciaba una barriga que pareciera haber comido sin parar en hoteles de luna de miel. Rápidamente deshizo el tronco en mil astillas que volaban cerca de nuestras cabezas, hasta el río. El muchacho se fue para luego sentarse sobre el inacabado muro de cemento frente a su casa. El abuelo continuaba lento pero a su ritmo, sus hachazos contenían sabiduría, daba uno solo golpe pero era acertado, era exacto y profundo. Luego llegó un niño que debía de tener once años, al principio no controlaba el peso de su larga y pesada hacha, no apuntaba bien en la zona de la corteza, dibujaba lineas en el centro que no llegaban a acariciar la madera, iba recorriendo el muelle de un sitio para otro, no podía controlar, al final su tozudez logró que avanzara en ir astillando poco a poco, pero cuando llegó al corazón del tronco, ya estaba empapado, no tenia ni la fuerza ni la resistencia para continuar, se marchó con su poquita leña entre sus brazos como el trofeo de su gran esfuerzo, mientras el abuelito continuaba, terminó con los troncos que tenia preparados para hoy, barrió todo su alrededor sin dejar ni un palillo. Construyó dos pilares con el montón de leña.
Una vez en la panga pude disfrutar del cambio de vegetación con palmeras ya próximo al mar, el bote no iba tan lleno como otras veces, hizo una parada para ir al baño, todavía nos quedaría un par de horas. Antes de llegar a un nuevo lugar, nos lo imaginamos diferente a lo que luego encontramos, me sorprende por un lado porque idealizo los lugares y luego son diferentes a como son, pero la realidad también nos descubre lugares y espacios que nunca habíamos pensado, ni visto. Sobre todo cuando hablas con la gente del lugar, todo es mas cercano, en este caso con Fish, un indio Rama, que me agarró apenas comenzaba a descubrir el pueblo de San Juan de Nicaragua. Fue rápido para seducirme, atraparme, me gustaba su sonrisa eterna y perpetua, me dijo que era guía legal, no dudaba de su palabra. Me acompañó sigilosamente por el pueblo, yo tenia hambre, le dije que me acompañara al Lolito's, un local familiar de comidas. Esperó a que terminara para explicarme los tours y precios. Me dijo que a las 6:30 se pasaría por las cabañas de Edgar, donde me alojaba. Al mismo tiempo que yo entraba al pueblo, a lo lejos con su piel blanca y su rubia cabellera,  había otra turista, era Sara, danesa, que  junto a mi eramos los unicos turistas. Asi que mi guia y yo  tendriamos que contar con ella para que las excursiones nos salieran a un buen precio.
Fish llamó a mi puerta, ya era de noche, detrás de mi sombra cerré rápidamente para que no entrara ningún mosquito en la habitación. Se sentó en el suelo para hablarme de los tour, le dije que el precio era elevado, que todavía me quedaban lugares por visitar. Al final decidí una excursión, me preguntó si había venido Sara para hablar conmigo, le dije que no, mas tarde ella llegaría hasta mi puerta. Le dije que había entregado 60$ por una excursión, que había sido confiado, nunca habia pagado por adelantado, pero era mucha la gente que lo conocia mientras paseabamos por el pueblo, eso me tranquilizaba, que si quería unirse viniera al muelle a las 8 de la mañana, después de pasar un rato agradable con ella, me fui a la cama.