Subida al volcán Mombacho

Desayune muy temprano, deje unos minutos para no ser tan puntual en la apertura del buffet, pensaba que era el primero pero ya había un señor que apenas me devolvía el saludo. Plato de fruta, gallo pinto y café con leche. Cogí la mochila pequeña, baje por Consulado a toda prisa entre calles de fachadas de colores. Antes que llegara a la estación, un hombre bien hermoso con un polo blanco gritaba ¡MOMBACHO, el blanco! Tenia que subir en el blanco, los otros dos eran amarillos con otros destinos. Estaba casi al completo, me senté al lado de otro joven hermoso que apoyaba una Biblia sobre su rodilla derecha. Al otro lado, a mi izquierda un señor, mostraba a un niño frondoso, las cabezas de dos patos que asomaban desde un saco de rafia carmín. El niño era discreto, no se acercaba demasiado pero con apenas unos sonidos le pedía que se los enseñara una y otra vez. El bus se fue llenando hasta en el pasillo. A parte de pasajeros, subió una mujer con un canasto en la cabeza vendiendo comida, antes de bajarse alguien le reclamó un par de bolsitas. Luego subió otro señor que vendía pastillas para problemas digestivos relacionados con la solitaria y otros parásitos. También ofrecía una crema para los dolores musculares y otros síntomas. La gente compraba y se interesaba por todo. Estos pasajeros sin viaje parecían salidos de una atracción circense, porque tal era su voz, su figura, su carisma que captaba la atención de toda la gente como si fuera el capitulo final de una telenovela. Cuando íbamos rumbo a la carretera principal, un señor iba por los asientos recogiendo el dinero según la distancia o el destino. Pague mis 8 córdobas y ya me avisaría cual era mi parada. Allí estaba esperando la moto taxi para apenas subir kilometro y medio, pero bueno hay que contribuir a que esta gente siga adelante. Me dejo en la recepción del Parque Natural del Volcán Mombache, después de pagar 16 $ para visitar la reserva natural, subimos a un enorme camión cargado de turistas y algunos guías que iban con su uniforme de pantalón marrón y polo blanco. Hice la ruta del cráter solo, sin guía, porque parecia muy sencillo el recorrido. Entraba en una masa enorme de vegetación, en un bosque lluvioso, me encantaba ese frescor que te abría los pulmones como dos alas de mariposa, la fina lluvia apenas te mojaba y la niebla no dejaba ver el paisaje,ni Granada, ni las isletas, ni el lago, ni el crater, solamente las fumerolas. Cuando termine mi circuito quise bajar andando hasta abajo pero me resbale por la lluvia sobre los adoquines, mi móvil se lleno de barro y en apenas un segundo estaba en el suelo como una hoja mas. Así que espere al camión que rápido bajo.

domingo, 27 de julio de 2014

Subida al volcán Mombacho

Desayune muy temprano, deje unos minutos para no ser tan puntual en la apertura del buffet, pensaba que era el primero pero ya había un señor que apenas me devolvía el saludo. Plato de fruta, gallo pinto y café con leche. Cogí la mochila pequeña, baje por Consulado a toda prisa entre calles de fachadas de colores. Antes que llegara a la estación, un hombre bien hermoso con un polo blanco gritaba ¡MOMBACHO, el blanco! Tenia que subir en el blanco, los otros dos eran amarillos con otros destinos. Estaba casi al completo, me senté al lado de otro joven hermoso que apoyaba una Biblia sobre su rodilla derecha. Al otro lado, a mi izquierda un señor, mostraba a un niño frondoso, las cabezas de dos patos que asomaban desde un saco de rafia carmín. El niño era discreto, no se acercaba demasiado pero con apenas unos sonidos le pedía que se los enseñara una y otra vez. El bus se fue llenando hasta en el pasillo. A parte de pasajeros, subió una mujer con un canasto en la cabeza vendiendo comida, antes de bajarse alguien le reclamó un par de bolsitas. Luego subió otro señor que vendía pastillas para problemas digestivos relacionados con la solitaria y otros parásitos. También ofrecía una crema para los dolores musculares y otros síntomas. La gente compraba y se interesaba por todo. Estos pasajeros sin viaje parecían salidos de una atracción circense, porque tal era su voz, su figura, su carisma que captaba la atención de toda la gente como si fuera el capitulo final de una telenovela. Cuando íbamos rumbo a la carretera principal, un señor iba por los asientos recogiendo el dinero según la distancia o el destino. Pague mis 8 córdobas y ya me avisaría cual era mi parada. Allí estaba esperando la moto taxi para apenas subir kilometro y medio, pero bueno hay que contribuir a que esta gente siga adelante. Me dejo en la recepción del Parque Natural del Volcán Mombache, después de pagar 16 $ para visitar la reserva natural, subimos a un enorme camión cargado de turistas y algunos guías que iban con su uniforme de pantalón marrón y polo blanco. Hice la ruta del cráter solo, sin guía, porque parecia muy sencillo el recorrido. Entraba en una masa enorme de vegetación, en un bosque lluvioso, me encantaba ese frescor que te abría los pulmones como dos alas de mariposa, la fina lluvia apenas te mojaba y la niebla no dejaba ver el paisaje,ni Granada, ni las isletas, ni el lago, ni el crater, solamente las fumerolas. Cuando termine mi circuito quise bajar andando hasta abajo pero me resbale por la lluvia sobre los adoquines, mi móvil se lleno de barro y en apenas un segundo estaba en el suelo como una hoja mas. Así que espere al camión que rápido bajo.