Granada. Nicaragua.

Ya amaneció, llevaba mas de catorce horas en la cama, se unieron la hora de la siesta con la hora del sueño, el cambio horario y el cansancio acumulado por los vuelos. Ahora soy un hombre nuevo, a las primeras luces de la mañana le siguió el canto de un pájaro que aun desconozco, en este momento sigue amenizando la mañana. Me di una ducha, lave la ropa del día anterior, cuando vuelvo a la habitación una lagartija recorre las sabanas blancas, en  un principio quería rechazar al invitado pero no hace daño no molesta soy yo quien esta en mitad de esta jungla coronada por un cocotero sobre mi cabeza. Queda poco para desayunar, los empleados del hotel pasan por el jardín delante de mi ventana para montar el escenario necesario para alimentarse. Ayer fui mi primera visita a la ciudad. Caminaba por calles con fachadas pintadas de color pistacho, violeta, amarillo limón, azul claro. Bajo un sol que te regalaba una cascada de  sudor, como si te cubriera de  terciopelo, es un calor al que me acostumbro y llevo ese traje de la mejor manera. Hoy esta por descubrir, dejare que el día se vaya haciendo despacio, sin prisa, disfrutando y observando todo lo nuevo de este horizonte salvaje, natural y humano.

sábado, 26 de julio de 2014

Granada. Nicaragua.

Ya amaneció, llevaba mas de catorce horas en la cama, se unieron la hora de la siesta con la hora del sueño, el cambio horario y el cansancio acumulado por los vuelos. Ahora soy un hombre nuevo, a las primeras luces de la mañana le siguió el canto de un pájaro que aun desconozco, en este momento sigue amenizando la mañana. Me di una ducha, lave la ropa del día anterior, cuando vuelvo a la habitación una lagartija recorre las sabanas blancas, en  un principio quería rechazar al invitado pero no hace daño no molesta soy yo quien esta en mitad de esta jungla coronada por un cocotero sobre mi cabeza. Queda poco para desayunar, los empleados del hotel pasan por el jardín delante de mi ventana para montar el escenario necesario para alimentarse. Ayer fui mi primera visita a la ciudad. Caminaba por calles con fachadas pintadas de color pistacho, violeta, amarillo limón, azul claro. Bajo un sol que te regalaba una cascada de  sudor, como si te cubriera de  terciopelo, es un calor al que me acostumbro y llevo ese traje de la mejor manera. Hoy esta por descubrir, dejare que el día se vaya haciendo despacio, sin prisa, disfrutando y observando todo lo nuevo de este horizonte salvaje, natural y humano.